Aquella noche en Belén, inadvertida y silenciosamente, no solo en un marco de humildad sino sobre todo de precisos cumplimientos proféticos, sucedió el hecho más significativo y trascendental de la historia de la humanidad: el Dios Eterno entró en la familia humana, nació Jesús. Nueve meses antes el bebé había sido engendrado por obra del Espíritu Santo en el vientre de su madre virgen. La segunda Persona de la Deidad descendió del cielo,
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